jueves, 28 de mayo de 2009

Cerrando Circulos

Siempre es preciso saber cuándo se acaba una etapa de la vida.  Si insistes en 

permanecer en ella más allá del tiempo necesario, pierdes la alegría y el sentido del resto. 

Cerrando círculos, o cerrando puertas, o cerrando capítulos, como quieras llamarlo.  Lo 

importante es poder cerrarlos, y dejar ir momentos de la vida que se van clausurando.  

  

¿Terminó tu trabajo?, ¿Se acabó tu relación?, ¿Ya no vives más en esa casa?, ¿Debes 

irte de viaje?, ¿La relación se acabó?  Puedes pasarte mucho tiempo de tu presente 

"revolcándote" en los porqués, en devolver el cassette y tratar de entender por qué 

sucedió tal o cual hecho.  El desgaste va a ser infinito, porque en la vida, tú, yo, tu 

amigo, tus hijos, tus hermanos, todos y todas estamos encaminados hacia ir cerrando 

capítulos, ir dando vuelta a la hoja, a terminar con etapas, o con momentos de la vida y 

seguir adelante. 

  

No podemos estar en el presente añorando el pasado.  Ni siquiera preguntándonos 

porqué.  Lo que sucedió, sucedió, y hay que soltarlo, hay que desprenderse.  No podemos 

ser niños eternos, ni adolescentes tardíos, ni empleados de empresas inexistentes, ni tener 

vínculos con quien no quiere estar vinculado a nosotros.  ¡Los hechos pasan y hay que 

dejarlos ir!   Por eso, a veces es tan importante destruir recuerdos, regalar presentes, 

cambiar de casa, romper papeles, tirar documentos, y vender o regalar libros. 

  

Los cambios externos pueden simbolizar procesos interiores de superación.  Dejar ir, 

soltar, desprenderse.  En la vida nadie juega con las cartas marcadas, y hay que 

aprender a perder y a ganar.   Hay que dejar ir, hay que dar vuelta a la hoja, hay que 

vivir sólo lo que tenemos en el presente.  

  

El pasado ya pasó.  No esperes que te lo devuelvan, no esperes que te reconozcan, no 

esperes que alguna vez se den cuenta de quién eres tú.  Suelta el resentimiento.  El 

prender "tu televisor personal" para darle y darle al asunto, lo único que consigue es 

dañarte mentalmente, envenenarte, y amargarte.  

  

La vida está para adelante, nunca para atrás.  Si andas por la vida dejando "puertas 

abiertas", por si acaso, nunca podrás desprenderte ni vivir lo de hoy con satisfacción.  

¿Noviazgos o amistades que no clausuran?, ¿Posibilidades de regresar? (¿a qué?), 

¿Necesidad de aclaraciones?, ¿Palabras que no se dijeron?, ¿Silencios que lo 

invadieron?  Si puedes enfrentarlos ya y ahora, hazlo, si no, déjalos ir, cierra capítulos.  

Dite a ti mismo que no, que no vuelven.  Pero no por orgullo ni soberbia, sino, porque 

tú ya no encajas allí en ese lugar, en ese corazón, en esa habitación, en esa casa, en esa 

oficina, en ese oficio.   

  

Tú ya no eres el mismo que fuiste hace dos días, hace tres meses, hace un año.  Por lo 

tanto, no hay nada a qué volver.  Cierra la puerta, da vuelta a la hoja, cierra el círculo.  

Ni tú serás el mismo, ni el entorno al que regresas será igual, porque en la vida nada se 

queda quieto, nada es estático.  Es salud mental, amor por ti mismo, desprender lo que ya 

no está en tu vida.  

  

Recuerda que nada ni nadie es indispensable.  Ni una persona, ni un lugar, ni un 

trabajo.  Nada es vital para vivir porque cuando tú viniste a este mundo, llegaste sin ese 

adhesivo.  Por lo tanto, es costumbre vivir pegado a él, y es un trabajo personal aprender 

a vivir sin él, sin el adhesivo humano o físico que hoy te duele dejar ir.  

  

Es un proceso de aprender a desprenderse y, humanamente se puede lograr, porque te 

repito: nada ni nadie nos es indispensable.  Sólo es costumbre, apego, necesidad.  

Pero cierra, clausura, limpia, tira, oxigena, despréndete, sacúdete, suéltate.  

  

Hay muchas palabras para significar salud mental y cualquiera que sea la que escojas, te 

ayudará definitivamente a seguir para adelante con tranquilidad.  ¡Esa es la vida! 

 

Paulo Coelho 

 

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